John Ssabunnya, el ni�o ugand�s cuya incre�ble historia es una
prueba viviente de que la ficci�n muchas veces se adelanta a la realidad.
El ni�o habr�a visto c�mo su padre asesin� a su mam� en una violenta ri�a de
pareja.
Ten�a cinco a�os, un padre asesino y una vida destruida por la sa�a encarnizada de
la c�lera conyugal. Conmovido como estaba, John s�lo atin� a escapar corriendo.
La historia se�ala que el bosque colindante se le antojaba bastante menos siniestro
que la triste aldea de Kabonge, donde el recuerdo del horror lo arrastrar�a al eterno
tormento de so�ar con la madre asesinada.
Perdido en la selva, fue adoptado por una tropa de monos vervet con los que convivi�
durante alrededor de treinta meses.
El regreso
Ocurri� cuando una vecina, Mammy Sebba, sali� a juntar le�a con otras mujeres a un
claro de la selva cercano a la aldea.
Los vervet hac�an de las suyas en aquellos arrabales selv�ticos, esperando el momento
para robar la comida o rapi�ar la cosecha. Entre ellos hab�a un individuo que se
distingu�a por gran su tama�o, su escaso pelo, su cola inexistente.
Fue descubierto despues de 30 meses de convivencia con los monos. Estaba sucio,
desnutrido, lleno de par�sitos, era incapaz de caminar erguido y profer�a extra�os
sonidos. M�s tarde, fue internado en un orfanato y finalmente adoptado por el matrimonio
que dirig�a el establecimiento.
De novela
La trama de esta breve existencia que emula hasta las leyendas mitol�gicas es
francamente inquietante; entre otras cosas, porque vuelve a poner sobre el tapete la
cuesti�n de cu�les son las fronteras que separan al ser humano de los animales.
Sin embargo, seg�n el investigador argentino Alex Kacelnik, profesor de Etolog�a de
la Universidad de Oxford, "los monos vervet (nombre cient�fico: Cercopithecus
aethiops) tienen una organizaci�n muy integrada y sistemas de comunicaci�n muy
flexibles, por lo que no parece imposible que adoptaran a un ni�o peque�o o al menos le
permitieran vivir dentro de su comunidad".
Seg�n el especialista, "lo m�s interesante de esto es que nos permite
reflexionar sobre qu� significa ser humano, y si uno de nosotros puede existir fuera del
contexto social. Por otro lado, �qu� pensar�an esos monos? -se pregunta-. �Tratar�an
al chico como otro mono o simplemente como una mascota?".
Debido a sus caracter�sticas, los vervet son uno de los objetos de estudio preferidos
de los especialistas en comportamiento animal. Viven en comunidades de alrededor de veinte
individuos y ocupan territorios de alrededor de un kil�metro cuadrado. Pero lo m�s
sorprendente es que son capaces de comunicarse por medio de sonidos, de negociar y hasta
de contraer y pagar deudas.
"Ante un peligro, pueden dar gritos diferenciados para indicar, por ejemplo, si se
trata de un �guila o una v�bora. Es m�s, parecer�a que son palabras aprendidas en cada
zona; es decir, que tienen dialectos, lo que nos lleva a considerar que all� hay una
cultura. Adem�s, conforman grupos estables, aunque los machos pueden pasarse de uno a
otro."
Kacelnik sugiere que su sistema social puede haberles permitido aceptar a un ni�o
"que caminaba por ah�". Y es posible que el peque�o abandonado, como todo
cachorro humano naturalmente dotado para imitar los est�mulos que recibe, haya aprendido
las vocalizaciones de los simios.
"No sabemos hasta qu� punto participar�a el chico de las actividades de la
comunidad de monos -piensa en voz alta Kacelnik-. Puede ser que se limitara a seguirlos.
De lo que no cabe duda es de que los monos son capaces de hacer generalizaciones
sorprendentes. Por ejemplo, pueden reconocer cuando un individuo de la tropa es
mentiroso."
Para descubrirlo, los cient�ficos utilizaron un truco ingenioso: grabaron la voz de un
mono avisando que ven�a un �guila y luego la reprodujeron cuando el peligro no exist�a.
Los monos primero se asustaban, pero cuando se daban cuenta de que no pasaba nada y ese
mismo mono volv�a a anunciar peligro, el resto simplemente no le prestaba atenci�n.
"Hab�an aprendido que ese mono era mentiroso y perd�a toda su reputaci�n -explica
el cient�fico-. Y se sabe que la reputaci�n es un factor crucial y de gran importancia
en las comunidades de animales."
La diferencia concreta entre hombres y animales, as� como la dicotom�a
naturaleza-cultura, sigue lejos de resolverse. Aunque siempre hay lugar para la sorpresa.
Recientemente se hizo una experiencia inversa. Una pareja norteamericana cri� un
chimpanc� bebe junto con su peque�o hijo. Al principio, ambos mostraban habilidades
similares. Incluso el mono ten�a mayor destreza motriz. Pero, al tiempo, las cosas
cambiaron en forma radical y el bebe chimpanc� qued� completamente relegado. Eso fue
cuando el humano aprendi� a hablar.